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miércoles, 25 de noviembre de 2015

irreconocible

-Primer día-.

Salgo de mi casa,
camino dos cuadras,
una casa con un jardín.
Tendrá unos cinco metros cuadrados.
En él hay algunos escombros.
Está enrejado.

-Segundo día-.

Paso por aquel jardín,
ahora hay un perro,
un cachorro;
Un hermoso perrito
negro como una noche sin luna,
me mira... se acerca a la reja
Quiere salir

-Quinto día-.

El jardín ya no es jardín;
El jardín es ahora jaula.
Nada puedo hacer por aquel ser
mas que acariciarlo a través de la reja,
viendo en sus ojos el anhelo
de salir de aquella prisión.

Pasan varias semanas;
el perro está un tanto distinto,
mas quieto.
Ya ni se acerca a la reja
en busca de  mis caricias...

Al cabo de algunos pares de meses,
al cruzar a pie junto a aquella reja
en un anochecer calmo
divisé al animal,
estaba igual de inmóvil que antes
aunque mas alerta, agresivo...

Hoy en día en aquel jardín,
solo se pueden ver los restos
de lo que alguna vez fue
-aquel tierno cachorro-.
Solo se pueden ver
un halo blanco
entre un pelaje sombrío;

Unos colmillos listos para atacar
a quien ose acercare a aquella jaula
A su jaula;
Aquel verdugo al que aprendió día a día
a defender...
a obedecer...
a amar...


Es quizá eso lo que nos pasa,
al entrar en la escuela primaria...